Esta pieza o registro de la obra tiene un fuerte carácter escénico desde el comienzo. En el video podemos ver pequeñas tomas desde afuera de un museo, luego músicos de percusión empezando a tocar una composición misteriosa y de a poco se empiezan a sumar voces. Estas voces que aparecen desde el público hacia el escenario, tienen una manera de hablar muy particular. Dicen sus palabras de una manera tan veloz que no sabemos si están haciendo rap u algo similar. Descubrimos que están imitando a los que llevan los números de las grandes subastas de arte o piezas de gran valor. Es muy interesante cómo sus voces habladas pasan a mezclarse perfectamente con la música. Si no prestas mucha atención su voz podría ser un instrumento más de los que conforman la composición, no se destaca sobre los demás, se acopla. Los cantantes miran al público, lo señalan, rompen cierta barrera entre el escenario y los espectadores.

A lo largo de toda la muestra, los artistas deambulan por los límites de la ironía, la ficción/mímesis y la realidad haciendo al público cómplice. La música ayuda a generar una atmosfera o clima especial, a romper con la realidad y entrar en una especie de transe. Me genera la sensación de alienación, de que luego de escucharlos durante varios minutos, terminas llevando el ritmo con la cabeza o los pies sin saber el motivo. Es imposible no contagiarse y unirse al dinamismo del espectáculo. Me pongo a pensar en qué querrán generar en mí. Creo hay una clara crítica hacia un sistema capitalista que no para de vomitar productos, cifras, dinero, alineación hacia las personas. Estos personajes simpáticos y alegres, compradores y seductores, terminan siendo los títeres y marionetas de un sistema de compra-venta que no duerme. Más y más y más. No te queremos a ti, queremos tu dinero…